Mi cuerpo. Mi templo. Divino motor.
Mi espacio. Mi lugar. Sagrado recinto.
Afuera y adentro en conexión dual.
Dos elementos que convergen en perfecta simbiosis.
La energía transforma el interior y se proyecta al exterior.

Un espacio con límites pero de posibilidades infinitas.
La unión que permite el crecimiento y evolución,
ese proceso que genera la fricción necesaria para crear magia.
Indescifrable e inconmesurable.
Solo cuando se cree se crea, y para creer hay que buscar.

Como un organismo microscópico.
Como el Universo.
Una forma de estar y de pensar.
Existimos con intención.

Desarrollamos nuestro propio lenguaje.
Creamos nuestro destino.

Somos diferentes pero queremos lo mismo y lo buscamos activamente.
El balance se logra al alinear todos los elementos, y para eso, una guía.
Asana.
El espacio ideal para el ser. Sin imposiciones ni competencias.
Se transmiten las herramientas pero se comparte el camino.
Dualidad.
El crecimiento es personal pero el logro colectivo.

Como una familia.
Una tribu que genera magia mientras busca el infinito.

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